viernes, 13 de noviembre de 2020

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viernes, 15 de junio de 2018

Mapas y caminos

Mirando algún mapa más o menos antiguo de la isla del Hierro pude observar con curiosidad que en algunos de ellos se muestran los caminos de la época, fue sobre todo en el mapa que incluía el libro de Olivia M. Stone, en donde se podía casi seguir todo su trazado en su viaje en el Hierro, no todos los caminos están representados, desde luego, más bien los caminos centrales o más importantes, las carreteras generales de aquel tiempo, o caminos reales, propiamente. Es algo de lo que no me había percatado.

1779



Mapa del cartográfo Tomás López, 1779, hizo los mapas de todas las islas Canarias. En este se puede ver un camino que parte desde el puerto del Hierro, va a Valverde y sigue hasta Tigaday lo que hoy es Frontera.
 
1866
 
Mapa "Itinerario Descriptivo Militar de España" publicado por el Depósito de la Guerra en 1866.
Una publicación que abarcaba todas las regiones de España, donde se reflejaban los caminos y vías secundarias de toda España con datos como estado y medida de los trayectos. Aquí pongo su descripción:
 


 
Como curiosidad observar que existe un camino que cruza la ruta Valverde-La Dehesa y que enlazaba Los Llanillos (El Golfo) con Puerto Naos ¡¡.No existía la Restinga como tal. Y que el camino de la Dehesa se prolonga hasta la costa de la Punta de la Dehesa.
 
1884
 
Mapa de Oliva Stone, aparece en su libro, ella habla de cartas del "Alimirantazgo" unas cartas británicas. están son de 1884. También se pueden ver los caminos reales o carreteras generales de hoy en dia. En esta ya aparece el camino hacia Sabinosa desde Malpaso, y el del "Risco".
Como observación general y casi el único dato notable es que el famoso camino del Risco que parte desde Las Puntas, pensaba que había existido siempre, y que era el único y más antiguo, y no, el más antiguo es aquel que partía casi desde San Andrés hacia Tigaday, el camino Jinama supongo.
Añado el mismo mapa con los caminos marcados en rojo y las anotaciones de Oliva Stone en cuadrado rojo, observar por encima de Valverde la palabra "Water", agua, (se supone que es el árbol santo) es algo que se referenciaba siempre en las islas en las cartas británicas, marcaban posibles fuentes de agua. Tambien marca por donde pasaba el primer meridiano, las aguas minerales de Sabinosa, y las "sunken rock", literalmente rocas hundidas, añadió unos puntos para representarlas. No sabia muy bien a que se refería hasta que leí un artículo sobre los puertos de Gomera y Hierro. En esa zona existe lo que se conoce como bajío de la "roca anegada", Olivia Stone lo tradujo literalmente.

La única manera de obtener más resolución es pinchando en la foto y pulsar Ctrl+tecla más o tecla menos para reducir. Pero la imagen no queda centrada. 
 
Para seguir la red de caminos de herradura y senderos existentes anteriormente y en la actualidad, basta con hacerse con algún mapa de senderismo. No están todos desde luego, pero están bastante trabajados.
Proyecto curioso sería representar todos esos caminos antiguos, verdadero enjambre de senderos. caminos de herradura, caminos reales etc.
 
Aprovecho para agregar una parte del libro "Geografía Regional Descriptiva de la Islas Canarias" elaborado por Jose Marrero Delgado, maestro nacional, y que realizó para los estudios de grado superior. 
 
Como el mismo título indica es una geografía descriptiva y que aporta datos interesantes como que en 1927 sólo había 6 kilómetros de carretera en el Hierro. Y que se elaboraba buen vino, aunque en un principio solo se exportaba aguardiente, expongo mi teoría de que a principios del siglo XX tuvo que haber un auge en la plantación de vid y elaboración de vino en general en todas las Islas Canarias, pues ya por estas fechas la "filoxera" había exterminado las viñas de Europa incluida España, no fue asi en Canarias, que no se vio afectada. Aunque más tarde, fue el mildieu y el oidio el que acabó por exterminar el poco comercio de vinos al exterior que quedaba. Sobre todo sufrió Tenerife, exportador de vinos por excelencia, el famoso "malvasía" desde el siglo XVI.
Se exportaban higos pasados, no es de extrañar con la cantidad de higueras que se encuentran en los campos. Y la cochinilla, aunque Oliva Stone comenta que la crisis de la cochinilla no tuvo que afectar mucho a el Hierro pues veía poca plantación de tunera, cosa que parece ser era errónea. Las escuelas se dividían en unitarias y mixtas. Y que la mayor parte de la población se concentraba en Valverde y Frontera. Ya en esta época es Frontera en vez de Tigaday.
 
 




 
 
 

miércoles, 23 de mayo de 2018

Rene Vernau en la isla del Hierro

Extracto del viaje a la isla del Hierro de Rene Vernau de su libro
"CINCO AÑOS DE VIAJE EN LA ISLAS CANARIAS "

RENAU VERNAU (1852-1938)

Naturalista de vocación, interesado en la botánica, mineralogía, los insectos, son los trabajos de Quatrefages y Paul Broca lo que le decide por la antropología. Imbuido en las recientes teorías del evolucionismo y el positivismo. Vernau es antropólogo y doctor en medicina. Trabajando en el Museo de historia natural de Paris, se le encarga una misión a Canarias para el estudio y recolección de material, que sirva al museo antropológico de Paris.

Extracto del libro “Cinco años de viaje en la Islas Canarias” (Cinq annees de sejour aux Iles Canaries). Comprende su estancia en dos etapas de 1876 a 1878 y de septiembre de 1884 al 86. Cuenta que fue por la gran sequía que estaban pasando las islas que tuvo que acortar la primera estancia. Se publica en 1891.

Coincide más o menos en el tiempo con el de Olivia Stone (1884), pero es difícil concretar pues da muy pocas referencias de la fechas de los distintos viajes.

He aquí más o menos  a grandes rasgos su historial profesional: 1879 es profesor del Museo de historia natural de Paris. 1908, Director del Museo de Etnografía de Paris del cual había sido conservador antes. En esta misma fecha es profesor en el Instituto Nacional de Paleontología. En 1925-1932-1935, hace viajes a Canarias donde trabaja en el Museo Canario del cual es socio honorario también, como son organización, documentación y clasificación del material. Publica mucho para su revista. Es sobre todo conocido por el libro “Les origines de la humanité” publicado en 1926. También viaja y hace estudios en el norte de Africa. 

Reproducimos aquí el capitulo XIX del libro en el que viaja a el Hierro, Vernau como antropólogo y estudioso de los guanches estaba intrigado por las inscripciones que el mismísimo D. Aquilino Padrón le dijo haber encontrado, y quería examinar estos petroglifos "in situ". Vio los de la Candia y calcó los del Julan (Los Letreros), sin embargo no nombra los de La Caleta, descubiertos por Aquilino Padrón y Juan Bethencourt Alfonso en 1881. También quería explorar algunos yacimientos, cuevas sepulcrales, etc. Estuvo como indica el título del libro en todas las islas. 


                                                                     CAPITULO XIX

                                          ISLA DE EL HIERRO

La ile de Fer, en español isla del Hierro, es al mismo tiempo la más occidental y la más meridional de todo el archipiélago. Esta separada de la Gomera por un canal de unos 61 kilómetros de largo, la punta sur, yo la recuerdo, está a 504 kilómetros de la extremidad septentrional de Lanzarote. Es en la isla de el Hierro, en los siglos diez y siete y dieciocho que, casi todos las naciones de Europa, hacían pasar el primer meridiano, pero como, a pesar de sus débiles dimensiones, la isla no es un punto, ella se extiende sobre un espacio de 17 minutos de Este a Oeste, parece que  nunca se ha estado de acuerdo sobre la posición de este primer meridiano. El pasa, sobre los 20º30’ al Oeste del de Paris. La isla del Hierro muestra irregularmente la forma de un triangulo, del cual uno de sus picos esta situado al nordeste, el segundo al Sur y el tercero al Oeste. Los lados de este triangulo son cóncavos. Mide alrededor de 29 kilometros de Norte a Sur, así como de Este a Oeste, su superficie es de 278 kilómetros cuadrados. Cuenta con 5.421 habitantes, es apenas 20 habitantes por kilometro cuadrado; esta es, después de Fuerteventura, la isla que contiene la población menos densa. Sus 5.421 habitantes están repartidos en unos sesenta pueblos o aldeas que dependen de Valverde, la capital y único ayuntamiento de la isla del Hierro. Nunca se ha construido una mínima fortaleza, tiene toda ella un aire de una gigantesca ciudadela, con su plataforma central que se eleva a 1520 metros de altura y sus costas escarpadas como altas murallas.
 En ningún lado los navíos encuentran fondeadero donde puedan lanzar el ancla con seguridad. Nada de puerto, ni siquiera una pequeña rada donde sea fácil desembarcar.
El puerto del Hierro es un simple hundimiento de la costa, rodeados de acantilados a pico, sin playa, sin una cabaña donde se pueda uno refugiar si es necesario. Es un fondeadero peligroso, el único frecuentado, sin embargo, por los barcos de cabotaje canarios. Para desembarcar sobre unas cuantas rocas que hacen de muelle, hace falta tomar la mayor de las precauciones. Es aquí donde hemos saltado a tierra, bastante sorprendidos de no ver a ningún ser viviente. Hace falta llegar a la villa, situada a 620 metros de altitud, para encontrar las primeras casas, el trayecto es largo, el camino difícil, y no podíamos pensar en llegar a Valverde a pie y con nuestro equipajes. Afortunadamente, la  tripulación fue a llevar la correspondencia y a avisar a los habitantes de la llegada del barco, yo les entrego una nota para un excelente muchacho al cual yo le habría prestado algunos servicios en Tenerife. Yo le rogué que me enviara las bestias y, conociendo el carácter de los “herreños”, yo esperé con toda confianza la llegada de las monturas solicitadas.Ya dije que no existía la menor cabaña para refugiarse. No se ve, en este punto, sino una gruta en la cual los insulares aportan en previsión los productos que quieren embarcar, pero le han puesto una puerta y no pudimos siquiera pensar en entrar. Encontramos un poco de sombra detrás de una roca y esperamos largo tiempo. Comenzamos a perder la paciencia y después de haber colocado nuestras maletas en un hueco entre las rocas, nos dirigimos hacia la capital, cuando percibimos cuatro bestias en lo alto de la montaña, media hora más tarde, llegó mi buen herreño, Manuel Sánchez, que no nos dejará hasta nuestra salida de la isla. Pudimos convencernos, recorriendo el camino que conduce a Valverde, que no había perdido el tiempo. Sabia que no existía ni fonda, ni albergue en la capital de la isla de el Hierro; así que me procure de cartas de recomendación para el cura, del cual me habían hablado mucho en Tenerife. En el camino, yo pedí, sobre el hombre, algunas reseñas a Manuel Sánchez, el mantuvo una cierta reserva y se limitó a decir que la casa era buena, y que por otra parte, el no veía a que otra puerta podría llamar. Yo me dirigí pues hacia el presbítero, todas las puertas estaban abiertas, pero yo llamé, no obtuve ninguna respuesta. Pensando que el dueño del alojamiento se encontraba en algún cuarto aislado, yo volví a llamar a la puerta de un salón que es hallaba abierta como las otras. No me equivoqué, una voz me invita a entrar y vi avanzar hacia mi a un hombre vestido, no de una sotana, sino de un traje – como diría yo – de un traje que no escondía nada en absoluto. Lo había sorprendido, sin duda, en su baño, y para no hacerme esperar, me vino a recibir en ese simple vestuario. Yo estaba solo en ese momento, y el no pareció conmoverse lo más mínimo.
 Pase varios días en Valverde; explore los alrededores, anoté las inscripciones numídicas de la Candia y me preparé para partir hacia el sur.
El norte de la isla es triste, casi constantemente cubierta de una bruma espesa que una fuerte brisa empuja hacia el interior.
Sopla a mendo un viento tan violento que, en muchas partes, destruye las cosechas. Es obligado para higueras y viñas emplear los mismos procedimientos que en Lanzarote, es decir, plantar al fondo de un hoyo rodeado de un pequeño muro. Esta región cuya altitud varía entre 600 y 800 metros, está formada sobre todo de basalto, de traquita, de lava y de arena volcánica. Este suelo se presta poco a la agricultura; también, a pesar de su titulo de capital de la isla del Hierro, la villa de Valverde cuenta apenas con mil habitantes, incluidas las aldeas vecinas.
 La mayoría es gente pobre que vive a la manera de los desheredados de otras islas. Ellos consumen sin embargo, un alimento especial en esta isla y que no debería dejar pasar en silencio: es una especie de pan, compuesto de gofio, de almendras y miel. Las abejas son muy abundantes en la isla y se hace un gran uso de la miel. La especie de masa solida de la que acabo de hablar, sin tener un gusto desagradable, no podría, en alguna manera, reemplazar el pan.
El comandante militar, don Benigno Domínguez Méndez, con el cual había tenido algunas relaciones en la Orotava. Lamentaba que no hubiéramos ido a pedirle hospitalidad. El mismo quiso vengarse, ayudado por su excelente madre, nos preparó cestas de provisiones para nuestro viaje al sur. No contento con esto, cuando dejamos la isla de el Hierro, el puso graciosamente a nuestra disposición una goleta que le pertenecía e insistió de tal manera que fue imposible rechazar su oferta.
Nos pusimos en ruta hacia el sur con númerosos bultos. Nos habían afirmado que no encontraríamos ningún recurso, pero se exageró un poco.
Es muy difícil procurarse agua. La isla no posee fuentes, y se recoge el agua de lluvia con el mayor cuidado. En lugares desiertos, vimos estanques cavados en las capas de arcilla; el agua que se recoge no podría ser utilizada en los alrededores, sino que vienen a buscarla desde 6 y 8 kilómetros de distancia. Hacia el centro de la isla del Hierro aparecen magníficos bosques de pinos, de sabinas, hayas, brezos, de acebiños (ilex canariensis) y de mocanes (visnea mocanera). Sobre los linderos de estos bosques, miles de palomas salvajes viven en los barrancos, donde son raramente molestadas en su tranquilidad. Por muy magníficos que sean los árboles de los que acabo de hablar, no podrían ser comparados al famoso Garoe, o árbol santo, que un huracán destruyo en 1612. Este era un árbol maravilloso que se encontraba en la vecindad de Valverde. Su tronco era inmenso, sus ramas, muy elevadas, estaban cubiertas de hojas lanceoladas, más grandes que las del laurel, y siempre verdes. Sus ramas cubrían una superficie de 120 pies d circunferencia. Alrededor del tronco, se enrollaba una inmensa zarzamora que enlazaba también una parte de sus ramas.
El Garoe, del cual se ha siempre ignorado su natura, destilaba por sus hojas, una cantidad suficiente de agua, para para satisfacer las necesidades de la población y del ganado. Todos los días, suministraba a cada habitante 7 botijas de agua (42 litros), y en determinados años se destilaba mucho más. Tal es, por lo menos, en pocas palabras, la descripción que hizo del árbol santo de la isla del Hierro el Padre Juan de Abreu Galindo, que afirma haberlo visitado en persona. Después de él, el fenómeno no tiene nada de inexplicable, las hojas del Garoe condensan simplemente el vapor de agua de las nubes. A pesar del carácter religioso del autor que acabo de citar, un gran numero de escritores han considerado esta narración como fábula, lo que es muy probable, con todos esos detalles maravillosos de que esta plagado el relato. Es bastante lamentable para los naturalistas y habitantes que este árbol maravilloso haya desaparecido sin haber dejado posteridad. Personalmente, yo le he lamentado mucho más cuando, en el Pinar, donde estuvimos algún tiempo, estuvimos reducidos a beber del agua recogida en la cisterna cuatro años antes. Si hubiéramos tenido agua del Garoe, no habría, sin duda, contenido todos los animalillos que contenía aquella de la que estamos obligados a hacer uso.
La aldea del Pinar, de la que acabo de hacer alusión, esta situada, como su nombre indica, al lado de bosques de pinos. Es una mísera pequeña villa, compuesta de una cincuentena de chozas construidas sobre una pendiente escarpada. De este lado, por lo demás, lo mismo que al oeste, la distancia de la llanura central al mar es mínima. Todas las pendientes que descienden desde el Alto de Malpaso (hauteur du mauvois passage), situado a 1415 metros de altitud, hasta el litoral son, por esta causa, extremadamente escarpadas.
Es en el Pinar el tipo herreño más puro, y creo que sería bueno decir algunas palabras. Los hombres, de alta estatura, presentan a menudo los caracteres guanches más marcados; entre ellos, se encuentran frecuentemente gente rubia. Fuertes, duros al dolor  y a la fatiga, sobrios, laboriosos, son al mismo tiempo, caritativos y hospitalarios a pesar de su miseria.

Apenas habíamos llegado que nos trajeron de todas partes frutas, huevos, e incluso aves de granja, es decir, todo lo que estas pobres gentes podían ofrecer. No es por espíritu de lucro que nos traen estas provisiones; lejos de querer explotar a los forasteros (extranjeros), ellos rechazan aceptar una gratificación. Y sin embargo, lo repito, nos son ricos. La mayor parte de ellos son pastores; los más afortunados poseen al mismo tiempo algunas parcelas de tierra y algunos animales. Fabrican ellos mismo sus vestimentas y calzado, la mayor parte de sus paños son igualmente tejidos en el país. La vestimenta de los hombres se compone, en verano, de una camisa y un calzón corto de tela gruesa, y encima de esto, de otra especie de camisa de lana, de un tejido bastante parecido al de las capas de nuestros paisanos, les cae por debajo de las rodillas y presenta, abajo, una abertura en cada lado, para que no moleste en la marcha. Sus zapatos de piel de cabra o cuero de carnero son también de fabricación local. Al fin, sobre la cabeza, llevan un gran gorro de lana oscura adornada de una corona de borlas y de otra gran borla en la extremidad del gorro. Algunos en vez de llevar este sombrero recto abaten la extremidad sobre la oreja. En invierno, usan unos pantalones de lana que le llegan hasta los pies y una especie de sobretodo equipado de una esclavina que llevan sobre la cabeza que coronan con un sombrero. 
Todas estas telas son tejidas con la lana que hilas las mujeres. Estas telas nunca se tintan. En cuanto a las mujeres, ellas se visten un poco como en Tenerife; la principal diferencia consiste en que llevan enaguas tejidas como los pantalones de los hombres.Con la leche de los rebaños, los habitantes de la isla del Hierro hacen quesos. Secan racimos de uvas e higos que recogen en gran cantidad. Finalmente salan y secan piezas de carne mediante un procedimiento que les es especial. Todos estos productos los exportan a otras islas, principalmente a Tenerife, también a América. Estas son casi las únicas mercancías que exportan y apenas le aportan dinero. Ellos pueden apenas comprar lo que les es indispensable para satisfacer las necesidades de sus numerosas familias. Yo supongo cosas que no encuentran en sus casas.
Los herreños son en efecto muy prolíficos, y como su isla produce poco, una parte de sus habitantes emigra cada año a la Habana o a las otras islas donde son muy apreciados, y con justo titulo, como domésticos. Es por esto que la población que, en 1768, era de 4022 individuos, no aumenta aún en 1879, que tiene 5421 habitantes, a pesar de la fecundidad de las mujeres.
Ya dije que las gentes del Pinar rehúsan recibir toda gratificación a cambio de los regalos de frutas y huevos que nos hicieron. Sin embargo habíamos logrado deslizar algunas monedas blancas en las manos de los infantes. El ruido de esta generosidad se extendió rápidamente en toda la aldea. Y estos desafortunados quisieron testimoniar su reconocimiento a los generosos extranjeros: decidieron organizar un baile en nuestro honor. Desde que la noche llegó, fuimos sorprendidos de oír, de todos los lados, de silbidos y sonidos de trompa (su trompa es un simple molusco, el bucio, agujereado). Era la señal de reunión. El silencio había sido tan bien guardado que no supimos nada de sus proyectos. Una delegación vino a buscarnos para conducirnos a la sala de baile. Esta sala de baile era simplemente la casa mas amplia de la villa, construida en piedra seca, como la mayoría de las otras casas. No estaba cubierta sino con un techo de paja. Su mobiliario se componía de un tabique de cañas detrás del cual se encontraba una especie de camilla, un cofre, un zurrón o saco de piel para el gofio y un jarrón para el agua. Para la circunstancia, se había añadido a este primitivo mobiliario un gran banco compuesto de troncos de pino escuadrado, apilado unos sobre otros y cubiertos de mantas de lana. Otro tronco puesto delante y cubierto de la misma manera formaba una grada. Esta estrada nos estaba destinada; no habría querido dejarnos de pie ni dejarnos sentar en la tierra, como las gentes del país. Una de las cosas que más me chocó, fue el sistema de iluminación. En una esquina, al lado de un brasero, se encuentra un montón de fragmentos de pino canario partidos muy fino. Un viejo, inmóvil como una estatua, tenía una, encendida, en su mano. Después que el “hacho” (antorcha) toca a su fin, otro viejo enciende un segunda que el mantiene para permitir al primero descansar. La orquesta se componía de un tambor desfondado de un lado. Sobre la piel, que había resistido las temibles pruebas que había debido soportar, una vieja mujer, verdadera hechicera, marca el ritmo golpeando con todas sus fuerzas con el puño cerrado. Acompañaba esta música con gritos roncos que ella juzgaba, sin duda, muy armoniosos. Un segundo músico se mantenía en el umbral de la puerta; este era un pastor que sacaba de una flauta de caña, los sonidos que saben sacar todos los pastores canarios. Podríamos creernos de vuelta al siglo catorce escuchando esta música y también viendo estas gentes, situados sobre dos líneas paralelas, unos enfrente de otros, darse las manos y marchar los unos hacia atrás y los otros hacia adelante, dando grandes saltos. Es exactamente así que, según los viejos autores, danzaban los viejos insulares.
 Otras dos danzas, el vivo y el santo, merecen una mención. Una no es ejecutada sino por dos danzantes, un hombre y una mujer; casi sin cambiar de sitio, ellos saltan al mismo tiempo que se libran a improvisaciones que, por otra parte, no tienen nada de muy poéticas, la mujer dice al hombre: “cuando te veo con tus largas orejas, te me pareces a un asno, tu nariz es como el pico de un cuervo, tus cabellos parecen los pelos de una cabra roja”. El hombre, también poco galante, le responde: “ tu canto no vale má que el de el alcairon, eres viciosa como la mula que lanza la coz a su dueño, infeliz quién se case contigo, pues no sabrás ni hilar la lana que él necesite para su ropa”. Los cumplidos de este género continúan hasta que los dos danzantes estén extenuados por la fatiga. El otro baile es más gracioso, es una suerte de cuadrilla en la cual cada uno de los ejecutantes se acompaña de castañuelas. Después que nos retiramos, distribuí algunas piezas de moneda; esto fue un verdadero delirio, nos querían llevar en triunfo. Los hombres nos acompañaron con las antorchas, con el fin de que no tuviéramos ningún accidente en los malos caminos del pueblo. Por la mañana, hice mis preparativos para una excursión que quería hacer al día siguiente a los “Letreros”. Hacia falta llevar víveres y sobretodo una buena provisión de agua para nosotros y para las bestias. Compré un buen cordero, que pague, vivo, 3 francos 75. Después de matarlo, despiezarlo y asarlo, le regale la piel al pastor que me lo había vendido; el quería reembolsarme el valor. Estas gentes son decididamente bien diferentes a aquellos de la mayor parte de otras islas; no solamente no buscan explotar a los extranjeros, como me lo demostró una vez más el precio que me había pedido por el cordero, sino que aún tienen escrúpulos que los honran.
 En cuanto al agua, me hacia falta encontrar odres en cantidad suficiente. Estos odres están hechos de piel de cabra enteros vueltos hacia dentro. Así se evita, de esta manera, el gusto que pueda comunicar al agua el cuero del animal, tiene, en cambio, la molestia de encontrar en el liquido un multitud de pelos que se desprenden de la piel. Provisto de papel de estampar, de esponjas y de brochas, me pongo en ruta a las tres horas de la mañana. El camino era largo, difícil y quería, tanto como sea posible, evitar el gran calor.
A las seis, atravesamos un bosque de pinos, en medio del cual se encuentra un viejo cráter, que se describe en el país bajo el nombre de “olla” (marmita). El interior de esta, está plantado con árboles magníficos. Después de pasar este bosque, nos adentramos en un verdadero desierto de lava surcado por profundos barrancos. Llegando cerca del lugar donde se encuentran las pretendidas inscripciones, teníamos que descender una pendiente tan escabrosa que se hizo necesario descargar las bestias. Se me aconseja, sin embargo, que me quede sobre la mula que tenia el pie firme, la pobre bestia, en efecto, no hizo el menor paso en falso. Pero los arneses no eran tan firmes como sus patas. La cincha se rompió y, pasando con la silla por encima de la cabeza del animal, fui a rodar al fondo del barranco, una vez más salí con algunos rasguños. Toda esta región, seca, árida, no produce sino escasas hierbas que pacen un gran número de cabras que se ha vuelto salvajes. Su pelaje es bastante variado, las hay moteadas como los gamos; pero la mayor parte son de un rojizo uniforme. Cuando se les aproxima alguien, ellas saltan con una ligereza inusitada sobre cualquier roquedal escarpado donde permanecen con un aire de burla. Existe también en los alrededores, unos pequeños charcos, donde vienen a quitarse la sed las palomas; se les ve llegar por centenas. Como los años precedentes han sido muy secos, apenas queda agua en las oquedades de las rocas; y no es aquí donde pueda renovar mi provisión de agua. Los Letreros (inscripciones) están grabados sobre una colada de lava lisa y totalmente limpia. Tan pronto llegué me puse al deber de estampar todos esos signos bizarros. El calor era ya tan fuerte que el papel se secaba tan pronto como lo humedecía. Era necesario que una persona exprimiera constantemente una esponja de agua mientras que con la brocha hacia penetrar el papel en los huecos. Pero, si así iba a ser, nuestra agua disminuiría rápidamente y, a mitad del día, apenas queda nada. Tuve que reponer agua al día siguiente para proseguir mi tarea.
Después de haber explorado los altares de sacrificio que se encuentran en las cercanías y el lugar sagrado del cual hablé en la primera parte de esta obra, me puse en ruta para volver al Pinar a donde llegué a una hora avanzada de la noche. El viaje tomó bastante tiempo; así que los días siguientes, yo me quedaba en una cueva mientras los hombres iban a buscar agua, Yo pude así terminar bastante rápidamente mis estampados, y hacer en las grutas vecinas, muchas fructíferas excavaciones.Junto a la aldea, en el acantilado cortado a pico, hice también buenas recolecciones en algunas cuevas sepulcrales que yo no habría podido alcanzar sino con la ayuda de cuerdas. Este tipo de ejercicio me es familiar y no me volví atrás ante cualquier dificultad mientras tuviera una ayuda  tan comprometida como  la de los habitantes del Hierro. Después del Pinar hasta el valle del Golfo, situado al oeste, no habíamos hecho sino atravesar bosques que contenían todas las esencias que enumeré más arriba. Habíamos franqueado felizmente Mal Paso (Mauvais Pas) y algunas horas más tarde vemos desplegarse a nuestros pies un valle semicircular que se extiende, en pendiente relativamente suave, desde las altas montañas del centro hasta el mar. El descenso se realiza casi sin incidente, sólo, mi domestico, que quería siempre acortar camino, cayó desde una montaña de un desnivel  vertiginoso, la vertiente estaba cubierta de una espesa capa de arena volcánica, y no se hizo ningún mal. No diré sino dos palabras sobre el valle del Golfo. Esta es la región más fértil, el granero, se podría decir, de la isla del Hierro. Se cultivan cereales, nopales, y una gran cantidad de moreras e higueras. Las aguas sulfurosas del Pozo de Sabinosa son exportadas incluso a Cuba.El Golfo posee una ermita celebre, bajo el patronazgo de San Juan Bautista. Aquí también se produjo un milagro. La pequeña iglesia había quedado por mucho tiempo sin la imagen de su patrón. Al mismo tiempo que un gran temblor de tierra de 1775 una parte de la ciudad de Lisboa, una bella estatua del santo vino a varar, se dice, a las playas del Golfo, a poca distancia de la capilla, fue recibida con la más grande alegría por los buenos herreños que, después de ese día, mantienen constantemente delante de la imagen algunas candelas de cera. La iglesia de Las Lapas esta situada al pie de un montículo. El sonido de las pequeñas campanas que posee no habría podido oírse en todo el valle sino hubieran sido emplazadas por encima del edificio, así que imaginaron emplazar el campanario sobre la cima de la colina, a unos cuantos cientos de metros del santuario.

 Nosotros habíamos vuelto a Valverde por un nuevo desierto, la costa Noroeste. Algunos días después, nos despedimos de este excelente Manuel Sánchez, al cual me fue imposible hacerle aceptar cualquier cosa que fuera, a cambio de los numerosos servicios que nos había rendido después de nuestra llegada. Dimos nuestro adiós al comandante, don Benigno Domínguez, que quiso instalarnos el mismo a bordo de la goleta que el puso tan graciosamente a nuestra disposición. Su buena madre había ya enviado cantidad de provisiones para la travesía y dio instrucciones a la tripulación para que satisficiera nuestros mínimos deseos. Dejamos, al final, esta isla hospitalaria de la cual hemos guardado el mejor recuerdo.


NOTAS Y OBSERVACIONES:

 

La moneda blanca era un moneda de vellón, o sea de aleación de cobre y plata, era una moneda más bien popular bastante antigua, tiene su origen en la edad media, por tener poco valor, la frase "no tener ni blanca" o "estar sin blanca" siginificaba que no tenias ni un duro, a más actualmente sería ni un euro y lo de moneda blanca tenían la misma significación tanto en Francia como en España. Otra denominación popular era "la perra chica" y la perra gorda, según fueran de 5 o 10 céntimos, monedas de bronce acuñadas por el gobierno provisional tras el exilio y destitución de Isabel II (1868). La moneda tenía grabado un león algo tosco que le gente decía ser un perro. Se les llamó así también a las monedas acuñadas con Franco, que eran de aleación de aluminio de muy poco peso y valor. 
 
En cuanto al puerto del Hierro no es de sorprender que no tuviera ni siquiera un desembarcadero, en esa época un puerto como el de Santa Cruz con un tráfico importante contaba con un pobre desembarcadero, o sea una pequeña construcción con unas escaleras para bajar hasta el bote. Se empezó a pensar en muelles propiamente dichos con el aumento del trafico de los barcos de vapor, por tanto aumentó el número de pasajeros y la necesidad de los barcos de carbonear o tomar carbón.
 Algo curioso de observar en este nuestro amigo Vernau y en general en muchos extranjeros de esa época y anteriores es que veian guanches por todas partes. Era algo que les llamaba mucho la atención, eso y el "Pico" Teide , además del Arbol Santo, que eran temas recurrentes de cualquier descripción de Canarias en los relatos de viajes, se dejó de hablar del árbol santo a partir del dieciocho, ya que siempre estuvo en discusión si era real o fábula, natural o milagroso, y las mentes ilustradas posteriores dejaron de considerar el hecho, antes de esto siempre se describía al Pico Teide y el árbol de Garoe cuando se hablaba de Canarias. Vernau era médico y solía realizar consultas gratuitas por lo que puede ser el motivo que encontrara tan fieles amigos. También hay que resaltar que tenía un extraño don, leyendo sus relatos en distintas islas, para caer bien a la gente, ha cualquiera sitio que fuera, empatizaba enseguida. Aunque ese tono del diecinueve, industrialista, chauvinista como mínimo, neocolonialista, del ilustrado de gran urbe, pues en muchos casos es impertinente como mínimo. 
Los hachos (jachos), astillas de pino canario o sea tea,  era muy común en todas las islas como medio de alumbrarse en las casas o en cualquier lugar que lo exigiese. Conformen se consumían, colocados en algún hueco de una pared, se iban reponiendo.
Volvió por la costa noroeste, algo en lo que no había caído, dice que volvieron a Valverde por un nuevo desierto, claro, la costa noroeste, por lo tanto volvieron sobres sus pasos pero por la costa parece ser, un ruta inusual pues lo común era subir por el camino del risco hasta la Peña y hasta el Mocanal. No vaya a ser que fueran buscando vestigios del Lagarto de Salmor, pues se decía que quedaban en la "Punta de la Dehesa" y en los roques. Aunque tampoco era una cosa segura, en todo caso es curioso que Vernau no nombrara los lagartos tampoco, como todo viajero. 
Alcairón  o Alcaudon(Lanius Meridionalis Koenigi).

Comandante militar Benigno Domínguez Méndez, sólo encuentro esta referencia en el sitio web  El Dia.com.


"En 1860, por iniciativa de Ramón Súnico y Tejeda, su primer presidente, se funda en Valverde la Sociedad Cultural y Recreativa 'Teatro'. Ese mismo año desaparece esta denominación y, con la misma finalidad y socios, aparece 'La Amistad', cuyo primer presidente fue Benigno Domínguez y Méndez.

Las complicaciones políticas de la época estuvieron a punto de provocar la desaparición de la nueva sociedad. Bajo la presidencia de Juan Ayala cambia su nombre por 'El Porvenir'. De ésta y 'La Amistad', conservando sus estatutos y su esencia, nace la Asociación Cultural y Recreativa Casino de Valverde

Parece ser que también esta relacionado con los descubrimientos y estudios de los petroglifos del Hierro por ejemplo los del "Barranco de Tejeleita" . Parece ser que incluso proporcionó algunas copias de los hallazgos de Don Aquilino Padrón a Vernau.